En un primer momento, ver a los triunfitos disfrazaos de los '60 y de los '80, inundados de una rivalidad hiper artificial, me daba ascopena, pero esa sensación ha durado poco. Según pasaban las pruebas y las canciones disfrutaba más del maravilloso cutrerío cartón piedra que habían creado Sobera y cia. Ángel Llácer de siempre me ha hecho gracia (algún defecto tengo que tener, ¿no? :P), ha resultado muy necesario, un "desengrasante" perfecto.

El programa desprendía buen rollo por todos los poros. Hasta las hordas de Jennys y Richals encargados de votar parecían pasárselo bien con sus aretes, sus palestinos y peinados Emo al ritmo de 'La Pollera Colorá' o 'Don Diablo'. La única explicación que le encuentro a esto es que les prometieran bolsitas de rulas a la salida. Y si es así se van a llevar una desagradable sorpresa... Pedro Marín se las ha quedado todas, a juzgar por cómo ha salido de descocao al escenario (hay que ver qué mal le ha sentao volver a tener pelo, casi que lo prefería calvo, con mega patillas, y diciendo que el ex marido de Eva Nasarre lo esperaba para comerle la polla detrás de cada farola).

También ha sido divertido ver qué "vejez" más mala han tenido la mayoría de artistas de las dos épocas; Jimmy Fontana parecía haberse tragado la bola del mondo, Samantha Fox y su barrigón, con tanta lentejuela, parecían una botella de Butano de gala; Pino D'Angio se jahogaba y parecía pedir por el pinganillo un whiskazo para cuando volviera al camerino; y Henry Stephen, el cantante de 'Mi Limón, mi limonero', era un cruce entre los actuales Mickey Rourke y Axl Rose con sobredosis de autobronceador.
Es de justicia nombrar a las excepciones que confirman la regla. Gelu estaba guapa de morirse, una señorona, y lo poco que cantó debería haber hecho llorar a las dos triunfitas que perpetraron su medley. Mike Kennedy guapo, lo que se dice guapo, no ha sido nunca, y la edad no hace milagros, eso sí, energía y chorro de voz toda la del mundo.

Veredicto: ¡Me ha E-N-C-A-N-T-A-O!

Así se llama el pequeño gran musical que Nacho Vigalondo dirige y protagoniza para la campaña de concienciación por la salud acústica de Pikolin (y esto viene a ser que tienes un mapica en la página web de la campaña en el que puedes señalar tu edificio como el más porculero de España. Y si no eres un paranoico que se lo inventa y todos tus vecinos opinan igual, os lo insonorizan por la face).



Y recordad antes de emular a los vecinos de 'La Comunidad'... ¡GIVE PEACE A CHANCE!

Después de haber seguido 'True Blood' a ritmo americano, he tenido una maratón de la serie doblada (por mono y por si me perdía algo por despiste de los subtituladores).

Y me he engorilado gracias al doblaje, la verdad. Puedo entender que, por no tener sentido la traducción literal del juego de palabras, cambien 'Fangtasia' por 'Vampasia', pero ¿qué sentido tiene cambiar un nombre propio? Convierten a Long Shadow en Mala Sombra (¡arsa!¡arriquitaun!). Me jode que traduzcan nombres propios, pero que los cambien porque les sale del potorro ya es demasié pa'l cuerpo.