Pablito es un niño al que todas las modennas de la piel de toro adoran, tanto que hasta le han dedicado un grupo del Feisbuk. Pablito, que es hijo de unas amistades de Alaska y Mario Vaquerizo, lo mandaron sus padres a la tele para ver recompensados con la envidia del público sus esfuerzos de adiestramiento. Pablito se aprendió una canción de Alice Cooper fonéticamente. Pablito, si le preguntas si sabe contar en inglés, te responde con un tono repelentón que "yeeeeeees" y sin apenas respirar se pone a la tarea de contar como si no hubiera mañana, y cuando ya anda necesitado de un ventolín para poder seguir le aclara a SU PÚBLICO que así hasta treinta. Pablito me recuerda a la hermana menor adicta al azúcar de Pecker. Pablito me da miedo. Pablito me da tanto miedo como los perritos comecoños disfrazados por sus dueños.



Cuando nació mi sobrina se me pasó por la cabeza comprarle bodies ramonianos y calaverosos, pero no sabéis cuánto me alegro de haber desechado en nanosegundos la idea. Antes tenía miedo de que se convirtiera en una choni fan de Camela, pero lo que ahora me da miedo es que hubiera podido seguir los pasos de Pablito. Niños alienados en vena no, por favor. Prefiero verla ahora cantando el corro de la patata que imitando GG Allin, y si dentro de unos años quiere suspirar por el próximo Justino Bieber ¡que lo haga! Todo es mejor que Pablito. Todo es mejor que los perritos con chaquetas de strass.