No entiendo cómo la gente se encabrona porque metan publicidad por un tubo y las galas acaben durando 4 horas. A mí me viene de perlas. Sabiendo cómo las gastan aprovecho para sacar el perro, hacerme un zumo, cortarme las uñas, depilarme el bigote..., y siempre llego a tiempo, oyes.

Deseé haberme perdido la presentación musical a cargo de una macedonia de triunfitos de todas las ediciones (hay que ver Lorena, que no le queda ni un puto rasgo de serie. Más bisturetazos que Cher, la jodía) cantaron una de esas canciones cursis y perfectamente intercambiables que suelen hacer cada año (la-música-es-mi-vida-mi-musica-es-tu-voz). Sólo sirvió para ver maullar a la "niña azul" y que se nos dibujara una sonrisa malévola en el jerolo pensando en la cruz en forma de composiciones horrendas made in Risto con las que tiene que apencar.

Risto, a pesar del tira y afloja marketinero con la productora de estos últimos meses, también estaba ahí. El guión dictaba que entrara tarde a plató y soltara una perla incendiaria del copón:

El que se va cuando no lo echan vuelve cuando le da la gana

Ramoncín, el del pollo frito y el ego-rol, viene a ocupar la silla de aquel calvorotas que nominaba con haikus.

Es de agradecer que este año no hayan Virginias ni Esthers. Sorprende el nivel más que aceptable que hay. Quizá debamos agradecérselo a Serafín Zubiri y sus gafas de Snoopy.

Desde los castings mi corazón y mis oídos son de Cristina Rueda (a.k.a. la Bonnie Tyler marbellí). Entran los 18 en la academia, pero tres de ellos en calidad de nominados. Los nominados son Paty (a.k.a. salsera rumbera bizcocha), Elías (a.k.a. el gitano que usaba más laca que yo) y Púa (a.k.a. el Niño escucha Pignoise). Es obvio que se va a quedar este último, las teens mojabragas van a gastar todo el saldo del móvil para que así sea, pero, para lo que pueda servir, expresaré mi deseo de que se quede el dueño de 'My Beautiful Caló Laundrette'.