El empresario (director de un geriátrico y puto fino) catalán Javier Rigau pone fin, por medio de un comunicado de prensa, a su compromiso matrimonial con la diva italiana. El comunicado reza tal que así:

"Ante las constantes e inveraces intromisiones ilegítimas en el honor e intimidad que he venido sufriendo de forma continua desde que anunciara su compromiso matrimonial con doña Gina Lollobrígida por un sector de la prensa española y que se ha visto obligado a interponer las acciones judiciales civiles y penales pertinentes para que sean respetados sus derechos fundamentales, ponemos en su conocimiento que el señor Rigau ha cancelado su compromiso matrimonial"

A Lollo le ha pillao la noticia por los States, "cocretamente" en Philadelphia. Se ha puesto tan triste como cuando Javier le dijo que no le iba a regalar anillo de compromiso alguno, que sacara algún pedrusco suyo del baúl de los recuerdos (buena excusa para evaluar el botín).

El pobre creía que anunciando bodorrio con Lollo (que, como ya dijo la preocupada madre de Javier, está más tiesa que la mojama) cotizaría al alza en la bolsa de viejas glorias adineradas, pero no contaba con un pequeño detalle: a la prensa no se le escapa naita ná.

Muchos son ya los rumores sobre amoríos con abuelitas adinerás a punto de estirar la pata... y ya no solo rumores; Rigau anda de pleitos con la familia Planas por comprarle a la anciana propietaria un chalete impresionante en la paya por un precio irrisorio y sin respetar testamentos.

Es lógico que Rigau esté más mosqueao que una mona: le ha salido el tiro por la culata. Quería atraer víctimas, y lo que ha conseguido es espantar a las pocas que podrían haberse fiado de él.

Fuentes cercanas al playboy gerontófilo afirman que Javier quiere seguir su relación con Gina como hasta antes de anunciar su compromiso... en este humilde blos, sinceramente, lo dudamos.

Lollo, siempre nos quedará su música...