Ni los castings de frikazos ni el ver tartamudear a Efrén le aseguraban al estreno del programa nuestra fidelidad. Lo que ha hecho que hayamos estado pegados a la tele desde las diez de la noche ha sido el enterarnos este fin de semana de que unos de los concursantes mató con quince años a sus padres (pero con sobrados motivos: le reñían y alguna que otra vez le daban un guantazo).

Casi al mismo tiempo que nosotros, se enteraban los del programa. Parece mentira que en muchos trabajos se googlee el nombre de los candidatos antes de contratarlos, y los encargados de un reality ni se molesten en indagar un poco antes de meterlos pa' la saca.

He aquí la pareja parricida y ganadora del casting virtual. La psicópata no es ella, por mucho que lo pueda parecer (que ella siga viva me hace creer en la reinserción).



Durante todo el programa, para referirse al motivo del abandono de la pareja formada por Cyril y Paola, se la cogían con papel de fumar y empleaban expresiones como "grave suceso". Si fuera mal pensada diría que utilizaron a estas dos criaturas de cebo para mantener la audiencia. No fue hasta casi el final del programa cuando nos "aclararon" su abandono los parricidas:



Dudo que me hubiera tragado toda esa sucesión de errores técnicos (cada vez que daban paso al presentador en Venecia se oía al Tempranillo cuchichear cual pescatera) y humanos. Esto podría disculparse por ser la primera gala de un primer programa de una nueva productora, pero lo que no tiene perdón de Dios es la elección de los co-workers del hombre con los hombros anchos y la cabeza pequeña.

Sólo oí balbucear a Efrén una vez en todo el programa, y ni logré descifrar qué quería decir. La bizca de Supermodelos dijera lo que dijera sonaba todo a lo mismo. El Tempranillo y su visible cartón hablaban más que el propio presentador. Y at last but not least tenemos al presentador mochilero (¿Kiko?), que trataba a los concursantes con un tonillo "venga, retardeds, que no tengo todo el día" bastante desagradable.

Del ritmo del programa mejor ni hablamos. A pesar de jincarse a tres parejas en una sola noche, la gala se hacía eterna.