Saturday, May 12, 2007

Wii Have A Problem.

Este es el muy acertado nombre de una web que recopila accidentes caseros con la Wii. En ella podemos ver afotos y vídeos de cómo, dejándose uno llevar por la emoción, se le escapa el mando Wii y acaba incrustándolo en los lugares más insospechados (no hay parte del cuerpo propio o ajeno a salvo).

El mando Wii tiene querencia por las teles de plasma. El siguiente vídeo lo atestigua:


Algunos de los afectados nos cuentan su experiencia:


Me regalaron por mi cumpleaños el "Super Monkey Ball: Banana Blitz" y como me estaba dando una paliza la zorra de mi hermana, me puse a girar como un puto derviche en el lanzamiento de martillo, con tal mala pata que me mareé y mi frente se comió la esquina de la mesita de café del salón. Desde entonces juego con el casco de la bici puesto.


Con la esperanza de que me recompensara más tarde en el catre, dejé que mi maromo me privara del Salsa Rosa y que se pusiera a jugar al tenis con la consola. El tío vivía cada una de las 9 partidas que llevaba echadas. Con el culo cuadrao de tanto sofá, me dispuse a ir a la cocina a por unos cacahuetes que me hicieran más llevadera la espera, pero justo al levantarme del sofá recibí un wiicomandazo en pleno ojo. Fui víctima de una volea de derecha demasiado energética.


Hacía meses que veía a la señora de la casa suspirar con el catálogo de Ikea sobre el regazo por ésas lámparas furcias suecas. No me preocupé más de lo estrictamente necesario, porque la señora y yo tenemos mucha historia comartida. Muchos son los años que llevabamos juntas, compartiendo las lamentables borracheras del señor de la casa, y también momentos felices, como la victoria de Massiel en Eurovisión. El día que trajeron la Wii a casa empecé a presentir la tragedia que se me venía encima. Todo el día estaban los mamoncetes de los niños (y alguno no tan niño, con los huevos negros ya) jugando al golf, creyéndose unos Sergios Garcías de la vida. Y yo les decía: "niños, tened cuidao con esos movimientos tan bruscos, que esos cacharros los carga el diablo", pero me hacían tan poco caso que al final tuve que acostumbrarmw al vaivén de la pelotica. Tan confiada estaba que ni me enteré cuando el mando del cacharro hizo alunizaje en mis carnes de falso cristal de Bohemia.

Señora, deje quieta la cola de carpintero, que esta humilde lámpara ya dió de sí todo lo que tuvo que dar; llame a la sueca, que este sufrimiento no está pagado ni con todo el Cristasol del mundo.

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