Tenía puestas todas mis esperanzas en esta final, pero visto lo previsible de esta segunda entrega (psychovitis y lío intergranjero aparte) no las tenía todas conmigo. Esta edición se acabó antes de empezar, una bizarra elección de candidatas (esto viene siendo una que les mola y otra que ni fu ni fa o que odian, directamente) y la presencia de una panchita caza hombres profesional (en el segundo programa creí estar viendo un documental del National Geographic sobre la caza de la pantera americana a la liebre coja y downie. La devoradora panchis atrapaba al chaparro salidorro en su red de "papitos" y eliminaba del juego a la regordeta simpaticona que hablaba como el hombre elefante) hacían poco probable una final con sorpresas.

Pero, afortunadamente, me equivoqué. Del todo. La final de anoche me tuvo pronunciando "WTF?!", "No doy crédito" y "ay, ¡que me LoL!" en bucle la hora y media que duró. Quitando al tontainas chaparro salidorro que, como era de esperar, venderá media granja pa' ponerle un piso a la sudaca melosa (¿Hay alguna que no lo sea? Pa' mí que hasta las rudas cholas bolivianas, encocadas hasta la uniceja, lo son) y el tonti love adolescente de los dos larguiruchos todo fueron sorpresas. A destacar el galego tontico affaire y el almost Puerto Hurraco Gate.

Disfruté como chancho en charca viendo "de zufrí" a la retarded cantarina con un tatuaje taleguero de su padre en la chepa. Fue justicia divina. Me imagino que la retarded (cultivada, esta vez) que tenía por competencia y a la que había hecho creer que tenía alguna oportunidad mientras se llevaba cepillando al granjero desde la primera noche, también lo creyó así. Ella, que había respondido a sus mensajes picantones por Facebook antes de que empezara el programa (violando las reglas del programa, poncherto), que le había deleitao con sus fantabulosa voz tanto por flamenco como por la Güisni Jiuston, y que le había entregao su tímida flós na' más conocerse, se encontraba siendo negada chorrocientas veces. El tontico galego quería hacer creer a toda Ehpaña que ella era una andaluza floja que no quería currar, y que por eso le pidió que se largara de su casa, cuando, según ella, fue ella misma la que le dijo que se iba a largar porque la trataba a patadas y se iba con otras tías en sus mismas narices. Todo esto los desvelaba para reparar su honor, claro.

No menos entretenida estuvo la movida vasca. A Magda, esa señora maquillada como una madame que resulta ser madre de Natalia, le da un siroco y pasa de ser la "ama" rechoncha y cariñosa que parecía querer quitarle el ligue argentino a la hija a ser Kathy Bates en Misery con sobredosis de maquillaje. Todo le molestaba del granaino, que se levantara media hora más tarde que los demás, que pusiera música sin pedirle permiso... y después de todo esto le recriminaba que no fuera a hablar con ella y le diera besos, como en todas las familias. Al ver que la sumisa Natalia sacaba un hilillo de voz y defendía a su hombre, la masa maquillada como un travesti le gritó que se largara con él si tanto lo quería, pero que tuviera claro que se iba a ir con el culo pelao, que la desheredaba. Una pena que la pareja hiciera la maleta en nanosegundos y huyera a toda hostia en su flagoneta Citroën del año la pera. La última imagen del padre mirando con cara psicópata desde la ventana, con la boina enroscá a presión y con ganas de pillar el hacha por banda dejó con ganas de más.

Por último, y en menor medida, me pilló en bragas el lío del psychoviti sin gafas (que es el que tiene el parné, si mal no recuerdo) con un "descarte" de Luis. No dió para mucho, pero pensar en lo que le vaya a pasar a la ¿afortunada? en compañía de su amado, el hermano y la madre (qué gran respuesta dio cuando el viti gafoso le preguntó qué le parecía que la rusa tuviera una hija: "Un desliz lo tiene cualquiera"). No creo que tarde mucho en coger las de Villa Diego. A este par me los veo solos, con la madre momificada en una mecedora y convirtiendo la granja en un motel.