Saturday, July 05, 2008

El Síndrome Candy Spelling.

Más que una eBay room llena de cachivaches sin desenvolver, como dijo Tori Spelling que tenía su madre en casa, yo quiero un jaula como las de los McDonald's, pero en vez de pelotitas de colores quiero que contenga paquetes con juegos de cuchillos láser (de esos que dejan con la boca abierta al mismísimo Obi-Wan Kenobi al ver que lanzas un kleenex al aire y te devuelve una guirnalda), entre otros utensilios indispensables para la vida moderna.

Cuando Tori desveló este secreto sobre Candy, me descojoné, como el resto de mortales. Ahora la voy entendiendo.

El calor, el aburrimiento y el nuevo programa vespertino de Emma García pueden hacer que mientras zappeas te encuentres con un canal de Teletienda, tu cerebro quede en standby, no mande la correspondiente orden a los músculos de la mano y el dial se quede donde está durante horas (que a ti te parecerán minutos. Porque la Teletienda enseña, la Teletienda entretiene... lo mismito que el libro gordo de Petete).

Más allá de los presentadores espídicos, los voluntarios del público escépticos (xD), el hipnotizante a la par que vomitivo doblaje latino o los fantabulosos nombres de los productos, Teletienda ofrece crecimiento personal a un golpe de Visa. Vale que hay chismes como el Nicer Dicer (Menos mal que no lo han traducido. Llamándose "Troceador Chachi" perdería encanto); que con el sólo nombre ya invita a trocear crudités para un ejército de modelos el día de su comida quincenal, o el Wizzit, que puede hacer que desees tener la melena de la Pantoja en la sobaca mora para usar sin parar este depilador magnético que promete ser tan adictivo como el Mahjong, pero para pasar la mopa -por muy acuática que ésta sea- por la casa o lograr unas piernas que ni Ronaldo, no vale con que el nombre sea molón e incluya las palabras "magic" o "easy".

Y aún así, lo logran: Animan a la gente tener la casa libre de plantas rodadoras, a agasajar a sus invitados con platos currados y salsas tutti-frutti, a no obligar al vecino de barra de autobús a mirar a otro lado con cara de ascopena... A ser mejor persona, en definitiva.

Estuve a un tris de hacerme con la joya de la corona de la Teletienda actual (lo de los parches que dan calambres y se supone que te dejan tableta chocolate is so passé... Mis condolencias a Norma Duval): Starfold, el doblador de ropa galáctico.



Pero entonces recordé la experiencia de Candy, que aún habiendo comprado medio eBay, dejó, tras la muerte de su marío, a su inocente y equina hija con una manicura recién hecha delante y otra detrás. Bueno, eso y que mi Visa no me da ni los buenos días.

Lo que cuenta es la intención (que se suele decir)... Y Candy y yo lo hemos intentado ;P

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