Monday, July 14, 2008

Niñas repelentes en apariencia y malignas en esencia.

Con el sol, el hastío de los padres y el aburrimiento infinito de las madres los parques se llenan de fastidiosos niños berreando cual cochino en matanza. Te joden la telenovela, te obligan a cerrar ventanas y regalarle los cuartos a Endesa encenciendo el aire acondicionado. Todo esto sería digno de mi admiración si fuese intencionado, pero no lo es. No tienen ningún mérito.

Miras por la ventana y buscas un sólo motivo que no te haga mirar a estos pequeños "extraterrestres" molestosos con desprecio, pero sólo encuentras niños que tiran de las faldas de la mamá (que no para de cotorrear con otra mamá. Critican a una tercera coneja, por supuesto... pero de una manera tan ñoña y light que resulta indignante) para que les hagan caso o para que les defiendan de menganit@ que le ha robado la bici. Ni un sólo empujón o triste moñeo. Con esta mierdinfancia de ahora, con esta sobreprotección, no es de extrañar que luego hayan lelos víctimas de bullying y lelos llamados a ser víctimas de bullying que al juntarse entre ellos acaben quemando mendigos en cajeros y grabándolos en su móvil 3G. Eso no es maldad ni es nada, es un envalentonamiento colectivo que les permite liberar un poco de la agresividad ahorrada gracias a sus madres progres.

Mi única esperanza es que en casa muten a maquiavélicos monstruitos, pero como no puedo ser testigo y gastan cara de pánfilos, ni ros salva a estos alienados infantes de mi mirada despreciativa. No queda más remedio que acudir al cine y la televisión para ver muestras de maldad infantil/adolescente.

He aquí mi Top Four de personajitos malignos:


1. Rhoda Penmark (Patty McCormack. La Mala Semilla. 1956): Es sublime, Pluscuamperfecta, una asesina de pata negra (y no por llevarlo en los genes le vamos a quitar mérito). Rhoda Penmark es extremadamente buena en todo; saluda con reverencias, nunca se mancha los vestidos, encandila a todo el mundo, refuerza con acero las suelas de sus zapatos para que le duren más tiempo... La hija perfecta, vaya. Y a una niña tan perfecta le has de dar lo que pida. Si no lo haces puedes acabar haciendo scuba-diving modalidad Mari Luz, como el pequeño Claude Daigle, que osó ganarle en un concurso de ortografía y arrebatarle la única medalla de oro que dan en la escuela. Si le prometes que le vas a dar la bola de nieve que tanto le gusta cuando mueras, corres el peligro de rodar escaleras abajo... porque la chiquilla de paciencia va escasa. Y si, como el tarado del jardinero, juegas con fuego y adivinas por chiripa algún detalle de sus aventurillas, se comprará un polo, te prenderá fuego y mientras chillas tocará al piano el Claro de Luna. Rhoda cometía asesinatos limpios, no merecía que, no habiendo podido con ella la ley ni su madre, la ajusticiara un ejecutor climático-divino.




2. Rhonda Volmer (Daveigh Chase. Big Love. 2006): Vivía feliz en la comuna polígama de Juniper Creek siendo llamada a ser la nueva mujer del profeta, puteando al resto de esposas viejunas, diciéndole a Barbara (la primera esposa de la familia polígama urbanita protagonista de la serie) que Dios le mandó un cáncer de coño por no seguir al profeta, grabando cassettes country religiosos pa' gasolineras... hasta que llegó el momento de cumplir 16 años y tener que follarse al octogenario profeta. Entonces decidió esconderse en la flagoneta de la hija del profeta y segunda esposa de Bill (el patriarca de los polígamos urbanitas) y pide asilo en la ciudad. La hija mayor de Barbara (la del cáncer de coño, ya sabéis), Sarah, con tal de que no llene su casa de mentiras y mielda le busca alojamiento en casa de Heather, su amiga samaritana. Allí, dándoselas de superviviente y renegando de la poligamía, se gana el afecto de los padres de Heather y les dice que la mayor de los polígamos urbanitas sufre abusos por parte de su padre. Y también en agradecimiento a la ayuda prestada chantajea a la buena samaritana con decirle a sus padres que es bollera y le pone Sarah... Ah, y le advierte que le gusta su habitación y sus padres, y que se los piensa quedar.Conocerla es quererla.

Aquí canta 'The Happiest Girl In The USA' en la tele mientras el profeta está a punto de espicharla:



3. Mary Tilford (Karen Balkin. La Calumnia. 1962): Cuando intuyes la maldad en una niña que es mentirosa patológica, dejarla en evidencia delante de todo el mundo diciendo que las flores que le ha regalado a la profesora para excusarse de llegar tarde a clase no las ha cogido junto al río sino de la basura es poco prudente, cuanto menos. Si la separas de sus amiguitas de habitación por ser mala influencia y encima la azotas, te buscas la ruina. Esto debieron haberlo sabido las señoritas Dobie y Wright, directoras de la escuela de Mary. El motivo por el que separaron a las compis de habitación de Mary fue porque las pillaron espiando detrás de la puerta. Oyeron una conversación entre la señorita Dobie y su tía. En ésta, la tía acusaba a Martha Dobie de estar celosa del prometido de Karen Wright y de quererla de una manera antinatural. Las compis cotorrillas corren a contárselo a Mary. La pequeña Tilford tarda lo que Paquirrín en jincarse un cubata en cantarle la traviata a su influyente abuela. Pero como le sabía a poco lo de las escuchas, aderezó la historia con unos besos y ruidos raros. Aprovechando que pilló a otra alumna robando una pulsera, la chantajea y le obliga a ser los ojos que vieron el beso y los oídos que escucharon los extraños ruidos. Ése y el exceso de imaginación fueron su fallo. La pillaron por torpona, pero que le quiten lo bailao (un muerto... y sin ensuciarse las manos!).

Así empieza todo...


... Y así termina.


4. Nellie Oleson (Alison Arngrim. La Casa de la Pradera. 1974): Este cuarto puesto es honorífico. Nellie y sus rizos siempre estaban dispuestos a putear de mil y una maneras a Laura Ingalls. Como en el Coyote y el Correcaminos, nuestra Nellie siempre fallaba en sus intentos. Laura siempre acababa con una moralizante victoria sobre ella.

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